DESOBEDIENCIA GRATUITA

DESOBEDIENCIA GRATUITA

viernes, 8 de abril de 2011

Surge también el tema de la honradez intelectual, y con él me refiero a un no mentirse, no engañarse, no aparentar, no vivir agobiado por la simulación promovida.

Tras la imagen que difunden y venden los medios de comunicación -construcción alienante- asoma una otra realidad, extraña y siniestra, que llama a ser dicha. ¿Pero cómo? Los medios de comunicación, a través de la repetición, la incertidumbre, juegos simbólicos y físicos entre géneros, de la eventual rivalidad o cercanía (estimulando vivencias persecutorias), etc, etc… Nos hacen pensar en un supuesto enemigo muy próximo que, en definitiva, escamotea visualizar una aprehensión de la realidad.

Pero volvamos al teatro, otro autor como es Bertolt Brecht, nos dice:

“… Hoy los hombres se encuentran ante sus propias empresas como en los tiempos antiguos ante las imponderables catástrofes de la naturaleza. La burguesía –clase a la que la ciencia hizo posible imponer su poder, haciéndose exclusiva beneficiaria- sabe bien que ese poder tendría su fin si sus empresas fuesen consideradas con ojo científico. Hace un centenar de años surgió la nueva ciencia cuyo objeto es el estudio de la sociedad, y surgió de la lucha de los oprimidos contra los opresores. …”. (4)

Se hace difícil dar actualidad a este texto previo, porque la naturalización hizo de la injusticia parte de nuestra cotidianeidad. Ésta misma cotidianeidad de la que formamos parte no nos deja tiempo para acercarnos ante la cruda verdad: la alienación en que estamos embarcados. Y así jugamos los papeles, roles sociales, los sujetos que pretenden que seamos cuando hacemos “vida social”.

¿Dónde “podremos ser”, sin pensar en otro que nos mira, que nos seduce diariamente? ¿Cómo crear y recrear nuestra actualidad? ¿Cómo abandonar esta alienación gratuita y ser artistas?

La llegada de la fotografía dá cuenta, de alguna manera, del lugar otorgado a un nuevo arte, desmitificador. Introduzco un concepto transmitido por H. Quiroga a principios de siglo sobre la función de los intelectuales:

“… He aquí la palabra. No fueron solo nuestros intelectuales, al parecer, los que permanecieron mudos y con superior sonrisa cuando se les hablo del cine. “Arte para sirvientas”, en el mejor de los casos. “Payasadas melodramáticas”, cuando el intelectual explicaba su sonrisa. Cierto; tales groserías melodramáticas constituyen el triste don que las hadas escénicas del primer instante hicieron al recién nacido…”. (5)

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