DESOBEDIENCIA GRATUITA

DESOBEDIENCIA GRATUITA

viernes, 8 de abril de 2011

“… Hundo las manos en los bolsillos. Estiro las piernas. La sueñera me da estremecimientos de placer y de fatiga. Siento a la noche metida en la ciudad. Es tarde. Estoy solo.

Aquí no debo quedarme solo. Ya sé. Pero esta noche me dejé estar, me fui quedando, haciendo nada o abriendo las puertitas de la imaginación o la memoria.

Haragán. Me he pegado a la silla. Por el calor, ha de ser; o porque sí nomás.

Siento a mucha gente, conocida o inventada, silbándome en la cabeza. Dentro de mí se cruzan y se mezclan las caras y las palabras. Nacen, crecen, vuelan. ¿Soy este oído que escucha o soy la melodía? No soy el ojo que ve: soy las imágenes. …” . (1)


Este texto de Eduardo H. Galeano realizado durante la infame década del 70’, me introdujo al concepto de imagen como dispositivo represor de una ansiedad y angustia propias de la sociedad a la que pertenecemos. A mí entender, es esta imagen la que produce el mecanismo del fraude, entendiendo al mismo como la idea de una posible muerte en vida; muerte ésta, creadora de sentimientos de miedo / inseguridad, generadores de obras artísticas, así como de nuestra misma cotidianeidad.


Un elemento esencial y que constituye lo que a mi entender sería el hombre en sociedad es “el aparentar”, y a partir de esto es que pretendo comprenderlo. El ser social mediante la utilización de la voluntad como impulso, así como de una probable fuerza que surge de la debilidad de la culpa, produce elementos de montaje de un carril tan pavoroso como es éste, el de la post modernidad.


Es por esto que me cuestiono, ¿Cómo crear una obra que a través de su validez artística sea capaz de ser productora de cambios, sin formar parte, al mismo tiempo, de una ola mediática generadora de objetos / sujetos de consumo?. Creo, lamentablemente -estudiando y pretendiendo entender la coyuntura que nos convoca-, que puedo decir que es realmente “im-posible”.


La velocidad que implica la vida en la era post moderna, se antepone a la convicción en posibles producciones sociales de cambio. Velocidad que -como en la “Historia sin fin” es portadora de una nada devoradora (en lobo)-condensa ferocidad y ambivalencia, síntesis que se contrapone a la posibilidad de recuperación del pasado y, además, a cualquier interpretación transformadora del presente.


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